Busco otra palabra que me resuena en la cabeza: Contumaz, y dice: "Rebelde, porfiado y tenaz en mantener un error."
Ya que tengo abierta la página web de la RAE, me da por buscar una palabra más: "aprovechado" y leo: "Dicho de una persona: Que saca beneficio de las circunstancias que se le presentan favorables, normalmente sin escrúpulos."
Este simple ejercicio me sirve para aclarar mis ideas.
En primer lugar, no parece normal que alguien se deje morir lentamente, siendo una persona dotada del espíritu luchador que indudablemente tiene Aminetou Haidar. Sus creencias y opiniones, religiosas y políticas, no parecen injustas, ni erróneas, ni interesadas. Más bien al contrario, forma parte de un pueblo al que han robado su identidad y su territorio. Un pueblo que estuvo colonizado muchos años por otro pueblo, cuyo gobierno envió a un ministro de trabajo, para negociar la entrega del territorio, cuya soberanía había mantenido a sangre y fuego, a un tercer país. El ministro en cuestión tenía intereses en la explotación de la principal riqueza de que dispone el territorio entregado. Así que lo lógico, para los que gobernaban en ese momento, era que fuese él quien negociara sus propios intereses.
Por tanto, lo que defiende la señora Haidar es legítimo y, sin embargo, me parece muy duro entregar la propia vida. Más ahora, que acaba de tener un reconocimiento internacional, que le va a dar el prestigio necesario para que sean escuchadas sus reclamaciones en relación con la lucha de su pueblo. Es muy generosa la entrega de Aminetou. Ha renunciado a los favores que le ofrece el gobierno de España, en donde podría vivir cómodamente, con los beneficios del estatus de refugiado político, sin abandonar su reivindicación para el pueblo Saharaui, y ha entregado su propia vida.
Pero su tenacidad, a pesar de ser justa, es desmedida y le va a hacer perder la vida, posiblemente, en las próximas horas. Aún abandonando la huelga de hambre, las lesiones de su maltrecho organismo tendrán graves secuelas. Su pasión por defender lo que cree justo va a tener un elevado coste.
En contra de toda lógica, el territorio del Sahara se le entregó a un país que no tenía ningún derecho histórico, cuya población no tenía nada que ver con la etnia que habitaba este desierto. Bueno, lo de entregar a un país no es más que un eufemismo. Se le entregó al rey que mantenía, y mantiene su sucesor, sometido a ese país. ¿Cuál era la causa que podía argumentar? Muy fácil, contaba con una horda de desheredados con los que organizar una marcha suicida, que atravesando fronteras minadas ocupara el Sahara. Su intención era clara: provocar una matanza entre sus súbditos, con la que legitimar sus absurdas aspiraciones expansionistas. Tuve la ocasión de ser testigo forzoso del discurso que pronunció el General Gómez de Salazar, último mandatario militar en el Sahara, cuando en el añoo 1976 se bajó del avión en la Base Aérea de Gando, tras la Operación Golondrina, última operación militar destinada a abandonar el territorio. Decía el buen señor Gómez de Salazar, algo cabreado, que le habían mandado defenderlo y lo habían defendido, que le habían mandado retirar las minas y las habían retirado, que le habían mandado salir corriendo y lo habían hecho, todo ello con mucho esfuerzo y sufrimiento del Ejército Español. Creo que sus palabras nunca fueron publicadas.
Pero la contumacia lleva aparejado algo más: la tenacidad en mantener el error. ¿Qué han hecho Hassan II y su sucesor con este territorio? Primero, mantener en explotación, perfectamente vigilado y defendido, el gran recurso natural del territorio Saharaui: los fosfatos de Bucraa. Tanto el punto de extracción, como la larga cinta transportadora que lleva el mineral hasta El Aaiun, están absolutamente preservados hasta de la mirada de intrusos. Recientemente, a alguien que conozco, que visitaba El Aaiun, se le impedía hacerse fotos teniendo de fondo la desembocadura al mar del oro del Sahara.
En segundo lugar, poblar el espacio dejado por los Saharauis que huyeron al desierto, con población marroquí. Ante la posibilidad de que finalmente se realice el referéndum, cuya celebración viene demorando la O.N.U. de forma vergonzosa, la táctica consiste en que sus súbditos sean clara mayor¡a. Ya han pasado más de treinta años y, posiblemente, a estas alturas, los marroquíes dupliquen a los saharauis que quedaron en las pocas ciudades con que cuenta el territorio en litigio.
Entre tanto, los que huyeron al desierto malviven sin agua, sin electricidad y sin las infraestructuras mínimas que precisa la población. ¡Quizá se equivocaron!
Por último, Marruecos se ha volcado en atraer a dos socios internacionales que consienten: los EE.UU., por ser su último aliado político entre los pa¡ses árabes, mientras el otro, Francia, mantiene un fructífero comercio que explota la producción agrícola y pesquera que controla el rey de Marruecos. No olvidemos que los EE.UU. y Francia son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la O.N.U. La labor de este Organismo internacional es, cuando menos, muy dudosa, en lo que al Sahara se refiere: llevan más de quince años promoviendo un referéndum de autodeterminación, para acallar las actividades de hostigamiento del Frente Polisario, que nunca llega a celebrarse.
Se me había olvidado buscar en el diccionario otra palabra: mezquino pero esa sabemos todos qué significa y es la que mejor podemos aplicar al diplomático marroquí que, días atrás, dudaba de que la huelga de hambre de Aminetou Haidar fuera auténtica, dudando de que por las noches se hartara a comer, y le conminaba a "pedirle perdón al rey de Marruecos". Da arcadas.
Finalmente están los aprovechados. Aquellos cuya estrategia es sacar beneficio de todo lo que se le presenta favorable, o de todo aquello que le resulte desfavorable al enemigo. No sé si el paciente lector se percata de que me refiero a Mariano y Soraya que, a falta de ideas propias, se dedican a atacar las ideas ajenas.
El asunto de Aminetou Haidar es muy peliagudo porque le va la vida en ello. Al gobierno le ha tocado, una vez más, "la papa caliente". Haga lo que haga estará mal hecho. El error, decía Soraya, ha sido admitirla de vuelta, cuando los militares marroquíes la expulsaron. Posiblemente, si hubieran estado ellos gobernando, habrían empezado una nueva guerra de perejil.
0 comentarios:
Publicar un comentario